martes, marzo 31, 2009

Declaración

Desapareceré en una intersección cualquiera de calles, en un lugar intrascendente que no auspicie florecer de mito alguno. Pues no me voy para engrandecer una imagen mía, y no escribo para que esa imagen se reconozca en un horizonte que no le pertenece. Tomaré por ello la precaución de partir a la aurora, para que no asusten a los niños en mi nombre, y no digan que todo se juega en el paradigma falaz de la noche: pues es posible caer al abismo sin abismarse, es posible resistir y perdurar aún (des)apareciendo. Todo es cosa de oportunidad.

Me iré en silencio, sin alboroto de discurso que venga a lo lejos chillando mi importancia o mi sacrificio, porque no hay nada de eso. No se trata de eso. Y confío, en que habrá en compensación música de organillo alrededor como en las viejas tardes de plaza (anteriores al desastre), y que me será dado aspirar el aroma del loto y olvidar por fin todo cuanto fui o quise y no me fue posible en este encierro mezquino.

Y sabré con tristeza pero en calma, que no porque escribí fui más humano ni estuve más libre de sospecha que cualquiera. Y es que acaso, al escribir, sólo me puse más al margen del mundo y de mi circunstancia, me hice más el huevón, revolviendo papeles encima de la cama: me terminé lavando las manos.

jueves, marzo 26, 2009

¿Qué es la poesía del silencio?

Poesía sobreabundante de silencio, poesía que se deja capturar sólo en el silencio, o poesía para ser apenas susurrada, a cierto oído, con todos los acentos que tu voz puede, que moran en ti silenciosamente desconocidos. Poesía que al sentimiento de la poesía apela inarticulada, desde el asombro de lo vivo que no tiene discurso. Poesía mía mi poesía del silencio, que en mí sin embargo se declama, precipitándose, lentamente, como lo atroz y digno de agonía (a través de los años), como lo bello que en la oscuridad anida iluminando de improviso tanto languidecer. Poesía de todo el amor y de toda la locura, del vértigo infinito dentro de tus ojos cuando me miro vivir sin abismarme, en silencio. Poesía precaria que habita en el latir de un sólo corazón que la aprecia —a la que es también tu poesía, del silencio, tu poesía de todos los días de repente en un instante de esos que perduran, poesía tuya tu poesía, del silencio, del silencio de un beso interminable cuando no hablamos del momento posterior, cuando no pensamos en el porvenir ni que al contacto así de los labios que se besan deba seguir una cadena interminable de apoderamientos y posesiones—, donde prevalece desapareciendo. Poesía desposeída, entonces, poesía que a sí misma no se pertenece y que a sí y al mundo ignora por completo, gesto imperceptible en la sombra del silencio que la fundamenta propiamente en tanto poesía, del silencio.

sábado, julio 12, 2008

Alejandro Escoplo, personaje de una novela que no fue escrita

Ahí estás, Alejandro, pensando qué diablos haces otra vez fingiendo ser normal, en cómo zafar del mundo pero sin decirle su verdad, la verdad… qué palabra sin sentido, qué arrogancia, qué ceguera —te dices. Y te miras reflejado en la ventana: no soy tan feo o sí, sí soy un monstruo realmente: todo dependerá de la luz, de la perspectiva, y del ánimo, de tu ánimo por los suelos. Piensas, Alejandro, piensas que alguien te arrebató la pureza, aquella muchacha que iba por la pendiente hacia la playa mayor de Pelluhue: tú detrás, detrás de ella con una cámara, pensando, pensando siempre, Alejandro, que acaso después pudieran fotografiarse juntos abrazados, tomados de la mano, amorosamente unidas tu mano temblorosa y la suya apaciguadora. E irse así perdiendo calle arriba como si terminara todo igual que en una película muda, en un punto central hacia el que todo tiende a negro, sin día siguiente, sin esos mañanas donde todo entusiasmo se pudre.

lunes, agosto 20, 2007

otros giros, otros silencios

No hay formas no hay colores
No hay seres al fin en esta luz sin luz
Desaparece la creación y sus augurios
Sus pensamientos sus sensaciones y también sus imágenes
Y hasta sus sueños de sustancias prisioneras
La nada luminosa
Ni luminosa ni oscura
La armonía de la nada sin armonía
La nada y el todo sin todo
Vicente Huidobro (de "Al oído del tiempo",
en El ciudadano del olvido, Santiago de Chile: Ediciones Ercilla, 1941)

sábado, septiembre 09, 2006

Asedios a una poesía del silencio

Es curioso que el discurso entredicho, contradicho, balbucido en soledad no fructifique a pesar de quedar inscrito en el espacio virtual de esta comunicación precariamente necesaria. Es curioso contemplar a los arqueólogos excavando substatos de tierra para dar con quienes, como nosotros hoy, también vivieron a ras de suelo.

Sumergirse en el silencio como en la muerte por escapar del eterno acumular justificaciones y argumentos para instalar una importancia sólo arbitrariamente inteligible, apagar este eterno juego de lamentaciones por alcanzar la perfección sin mácula de lo mineral, de lo inorgánico. Ser, pero como la piedra que no tiene conciencia, ahí anclada a su pedazo de suelo también muerto.